Hoy en día todos estamos más que acostumbrado a navegar por la Web. Es una acción que se ha vuelto tremendamente cotidiana y cada vez es menos necesario estar sentado frente al ordenador, los dispositivos móviles nos permiten acceder a Internet desde cualquier lugar.
Seguro que en más de una ocasión nos hemos dado cuenta de que determinadas páginas no son usables en dispositivos móviles ya que no se adaptan bien y es necesario recurrir a un ordenador para poder navegar cómodamente. En otras ocasiones nos habremos fijado que el texto puede no leerse bien del todo, o que las combinaciones de colores dificultan reconocer fácilmente los elementos de la interfaz. Si estamos en perfecto estado estos problemillas no suelen pasar de anécdotas, no obstante, ¿qué pasaría si presentasemos algún tipo de diversidad funcional?
La discapacidad
La diversidad funcional es una expresión alternativa para no usar la palabra discapacidad. Entiendo que determinados colectivos se puedan sentir molestos ya que no son menos capaces que el resto, pero vamos a considerar exclusivamente el significado objetivo de la palabra capacidad.
Las personas si no sufrimos de ciertos problemas somos capaces de ver con ambos ojos de forma coordinada y formar una percepción tridimensional del mundo que nos rodea, esa es una capacidad visual. Las personas que no pueden formar esta percepción presentan una falta de capacidad para esa tarea en concreto.
Anteriormente se usaban las palabras invalidez y minusvalía, y estoy totalmente de acuerdo con que son palabras negativas ya que una persona con una discapacidad no es menos válido que otra persona, simplemente es diferente.
Tal vez entendamos mejor el cambio de la connotación negativa de la palabra hacia la positiva si repasamos los puntos de vista sobre la discapacidad.
Punto de vista médico
Este punto de vista es el más tradicional, entiende la discapacidad como resultado de un problema congénito o adquirido del individuo que le limita en si mismo para enfrentarse en las mismas condiciones que otro sujeto que no sufra esa dolencia. Es decir, aquello que hace diferente al sujeto es lo que genera la discapacidad.
Para sortear el problema generado el punto de vista médico propone el uso de herramientas y adaptaciones concretas para cada individuo con discapacidad, por ejemplo, una persona que ha perdido una pierna a consecuencia de un accidente puede subir unas escaleras si utiliza unas muletas. En cambio, para una persona que necesite el uso de silla de ruedas se deberá construir una rampa o instalar una plataforma mecanizada para poder sortear la barrera que le suponen las escaleras. Si nos fijamos veremos que este modelo propone: dar herramientas para que el individuo discapacitado pueda defenderse frente a las barreras o eliminar las barreras con adaptaciones puntuales para cada tipo de discapacidad.
Punto de vista social
En cambio el modelo social, surgido en la década de los 80, lo considera de otra forma, entiende que es normal y natural que algunas personas sufran de ciertas dolencias o a consecuencia de un accidente presenten alteraciones en su funcionalidad. En este caso, la discapacidad no la genera aquello que hace diferente a la persona en cuestión, sino que el mundo que la rodea está pensado para sujetos con una funcionalidad estándar. Es decir, los requisitos de funcionalidad del contexto son los que generan las barreras para las personas con discapacidad.
La forma de afrontar la accesibilidad en este punto de vista es evitar generar barreras, crear un único diseño que sea usable por todo el mundo. Por ejemplo, evitar las escaleras en el acceso principal de los edificios y sustituirlas por rampas ya que todos podemos hacer uso de ellas. Es decir, generar un contexto que no exija elevados requisitos de funcionalidad para garantizar la independencia del sujeto. Evidentemente este es un objetivo que no siempre se puede alcanzar y es totalmente imposible crear un espacio, objeto, interfaz o lo que sea usable por todas las personas.
La Web
Si retomamos el tema, ahora entenderemos fácilmente que existen personas que no van a poder navegar por la web de la misma forma que lo hacemos nosotros. El ejemplo más típico y tópico es la ceguera. Una persona invidente se tiene que apoyar de una tecnología de asistencia conocida como «lector de pantalla» que literalmente indica por voz los elementos de la interfaz y el contenido de la misma. Los lectores de pantalla básicamente leen el contenido que es texto o que tiene una descripción alternativa en forma de texto.
Si tomamos decisiones a nivel de diseño y de código que no siguen los estándares y las buenas prácticas puede que, sin ser conscientes de ello, estemos generando barreras para los usuarios de las tecnologías de asistencia o las personas que pese a tener algún tipo de problema funcional no hacen uso de dichas tecnologías (por ejemplo personas con alteraciones de la percepción del color).
Por tanto, puede que no seamos conscientes de que hemos generado una web no accesible a determinados colectivos. Simplemente con las palabras del creador de la web deberíamos entender que la Web debe ser lo más accesible posible. Pero si aún así nos da igual hablemos de números. Según la OMS el 17.7% de la población mundial en 2011 presentaba algún tipo de discapacidad y que en España el INE censa a más de 3 millones de discapacitados puede que estemos impidiendo el acceso correcto a nuestra web a un público importante. Si nuestro objetivo es difundir información estaremos fallando estrepitosamente, su nuestro objetivo es vender también estaremos fallando.
Conclusión
Por tanto, independientemente de nuestros objetivos y conciencia social, hay muchos argumentos a favor de cuidar la accesibilidad de nuestras webs. Recordemos, el objetivo con el que se creó la World Wide Web es que fuese un medio universal para todas las personas y debemos respetarlo.
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